Miércoles 6 Diciembre 2023

Diagnóstico equivocado, un error caro

martillo

 

Se fijó una indemnización para una mujer que, por un error en el rótulo de una biopsia, recibió el diagnóstico de otra persona. Durante una semana se sometió a una batería de estudios para operarse de forma urgente.

En la causa "C. M. E. C/ C. P. Y OTRO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS", el Juzgado Civil, Comercial, Minerías y Sucesiones de Cipolletti, Río Negro ordenó indemnizar a una mujer que recibió un diagnóstico equivocado y durante una semana se sometió a varios estudios para operarse de urgencia.

La sentencia condenó tanto a la médica que informó el diagnóstico erróneo como al centro privado que hizo la biopsia y a la compañía de seguros contratada.

Según se desprende del fallo, a la paciente le diagnosticaron un cáncer invasivo y por ello en el transcurso de esa semana se sometió a diversos estudios tendientes a determinar el tratamiento a seguir. Una amiga de la paciente declaró durante el proceso que la mujer estaba desolada con la noticia y que hasta había perdido el habla.

Siete días después, el centro privado detectó un error técnico en la rotulación del preparado histológico analizado al momento de emitir el informe. El diagnóstico le correspondía a otra paciente. Cuando la mujer exigió la devolución de las muestras advirtió que el número del rótulo del envase había sido tachado y sobreescrito.

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Fallo inédito: bloquearon los 30 sitios web más populares de streaming ilegal, incluso los de fútbol

martillo

 

Se trata de sitios webs que retransmiten en forma ilegal partidos de fútbol y otros eventos deportivos, películas, series, documentales y TV en vivo. Mirá que sitios fueron cerrados.

La Justicia Federal de Argentina emitió un fallo sin precedentes en el país. Debido a la actividades criminales de piratería audiovisual, ordenó el bloqueo judicial inmediato de treinta dominios de internet que transmiten contenidos en forma ilegal.

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal n° 2, secretaría N° 3, a cargo del juez subrogante Marcelo Bruno Dos Santos, dictaminó hacer lugar a una medida autosatisfactiva en el marco del expediente iniciado por la Alianza Contra la Piratería Audiovisual (Alianza), caratulado “DirecTV Argentina S.A. y Otros c/ Quien resulte responsable de los nombres de dominio s/ Medida Autosatisfactiva”.

El juez resolvió aceptar la solicitud y ordenó a todos los proveedores de acceso a internet registrados ante el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) que bloqueen el acceso en el territorio argentino a tales sitios web. Se consideró que a través de los cuales se infringieron y defraudan los derechos de propiedad intelectual, derechos conexos y sobre la transmisión de señales televisivas y sobre contenidos audiovisuales de su propiedad.

La demanda contó con el apoyo estratégico de Alianza, entidad que designó como presidente para el 2023 al Gerente Regional Antipiratería de Vrio Corp, Jorge A. Bacaloni, en sucesión de Víctor Roldan, quien ahora se desempeña como Director Ejecutivo, y Supercanal S.A., uno de los operadores de TV paga y prestador de servicios de internet líder de Argentina.

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Fui, vi y escribí: La vida secreta de los libros

Las lecturas que aguardan en una biblioteca funcionan a la manera de un conjuro: alargan la vida. Este artículo reproduce el newsletter de Cultura: lecturas, cine, teatro, arte, música e historias que despiertan entusiasmo y, por qué no, fascinación o perplejidad

Hola, ahí.

La verdad, no podría explicarte cómo se ordena una biblioteca pero sí me dieron ganas de contarte que, por una razón X (la inesperada invasión de esos bichos que Kafka llevó a la fama literaria), la biblioteca principal de mi casa —un viejo y sólido armario de roble reformulado en los 80 para albergar libros— debió ser vaciada y ahora que nos dejaron solos de nuevo y desinsectizados me encuentro desde hace un par de días desembalando cajas y cajas y cajas y cajas con libros de todos los tiempos.

Ojo que cuando digo “de todos los tiempos” soy de una literalidad pasmosa. Hay libros de cuando iba a la escuela primaria, otros que heredé de mi papá (en realidad, asalté su biblioteca cuando se separó de mi mamá y siguen conmigo. Nunca me los reclamó), muchos del tiempo de la facultad y otros que llegaron cuando juntamos las bibliotecas con W., o sea, hace muchos años.

Estos libros de los que te hablo son en su mayoría aquellos con los que me formé y en los que me respaldaba antes de ejercer el periodismo, cuando estudiaba, cuando enseñaba en la facultad, cuando comencé a ejercer la crítica en Clarín, con mis reseñas en el suplemento en el que luego escribí y edité varios años. Pero ya como editora del Cultural, comenzaron a llegar los aludes de ejemplares enviados por editoriales y autores y, con ellos, la desesperación por distinguir lo valioso de lo novedoso que todavía me persigue. Pero esa es otra historia.

Hoy solo quiero hablarte de las cosas con las que me reencontré después de la invasión de cucarachas que, por cierto, puedo decir casi con certeza que ya no moran en esta casa. Y de la alegría que me volvió al cuerpo al volver a tocar, a oler y a releer al pasar esos mundos posibles.

Fotos viejas

Revolver mi propia biblioteca se parece cada vez más a revisar un álbum de fotos viejas. Muchos de esos títulos que por estos días pasan nuevamente por mis manos vienen con imágenes, con recuerdos, con anécdotas. También con anotaciones y hasta con fichas, esos instrumentos que en la previa de Internet nos ayudaban a estudiar y a fijar conocimiento… Todavía hoy, para poder retener datos necesito anotarlos, como si la mano actuara como refuerzo de la concentración y la memoria.

Durante años, cada vez que tuve que ordenar mis bibliotecas (son varias y repartidas por toda la casa) los libros de mi infancia, que incluyen los libros de literatura argentina y universal de las colecciones del Centro Editor de América Latina que eran de mi viejo, iban intercalados con el resto de los materiales, pero esta vez tomé una decisión y es la de reconocerles su status de incunables de mi familia y darles un espacio solo para ellos.

Ahí están entonces la primera Madame Bovary, que leí junto con antologías diversas y maravillosas, más ejemplares de la colección Robin Hood (¡Mi Ocho primos, de Louisa May Alcott!), otros de la colección GOLU, de Kapelusz (síii, Chico Carlo, de Juana de Ibarbourou, entre ellos) y algunos colados, como Platero y yo. Ese es el verdadero espacio “librería de viejo” de mi casa, ahora.

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